Abrazando una idea,
un anhelo, una forma de ser,
equivocado en el tiempo
y siempre elevado, en su propia dirección.
Así se vio cegado por la angustia,
por una pérdida, absoluta e intrínseca,
se dejó caer en el encierro de excesos
de aquello que llenaba su profundo vacío.
Y fueron días que pasó,
ya sin agonías, ni pálpitos,
ni de respiros profundos
que quebraban sus noches,
en su profunda soledad,
abrazado a esa utopía
que le dio libertad.
Edgardo Miguel Vázquez © 2024
Edgardo Miguel Vázquez © 2024