Aquella noche,
desde mi cama,
estando solo,
como siempre,
la abrazaba en aquel otro lugar.
Me miraba,
me tocaba,
me decía,
que todo sería como antes,
librándome de angustias,
volviéndome la vida,
restándole valor a todo el tiempo
que llegué a estar sin ella.
© Edgardo Miguel Vázquez
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